Para obtener esta conclusión, los expertos estudiaron la reacción de distintos perros ante la visualización de grabaciones de otros perros moviendo la cola. Este sesgo en la oscilación del rabo es difícil de apreciar para la vista humana, pero no para la canina, ya que ellos lo detectan con facilidad. Los resultados revelaron que los perros sufrían un incremento de su ritmo cardiaco y ansiedad al ver a otro perro con la cola ligeramente inclinada hacia la izquierda, ya que lo atribuían a sensaciones negativas tales como encontrarse ante un peligro o amenaza. En cambio, cuando el perro del vídeo inclinaba su cola hacia la derecha, su homónimo permanecía totalmente relajado.
Según el estudio, se trata de un tipo de comunicación no intencionada, derivada del funcionamiento asimétrico del cerebro del can. Así, la cola se inclinaría hacia el lado del hemisferio cerebral activo en ese momento.
Por Alba Fernández Docampo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario