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viernes, 13 de junio de 2014

La vacuna española de la tuberculosis supera las primeras pruebas de seguridad


   Hay en desarrollo 12 nuevas vacunas preventivas (para evitar contraer la enfermedad) contra la tuberculosis. Pero una de ellas es diferente. No solo porque tenga participación española, sino porque responde a un desarrollo original. En lugar de tratar de mejorar los fármacos actuales (basados en cepas de Mycobacterum tuberculosis de vaca, de eficacia variable) se ha recurrido a una cepa humana, viva y atenuada. Los impulsores del fármaco han presentado los primeros resultados del ensayo clínico en humanos, limitados de momento a evaluar su seguridad, y los resultados han sido positivos. Se ha probado en 36 voluntarios.
   Esta es la primera etapa para lanzar el medicamento al mercado —tras los ensayos en animales—, un camino que puede tardar 10 años.
Los 36 participantes se dividieron en tres grupos en función de la dosis que se les ha administrado (1.000, 10.000 y 100.000 bacterias atenuadas). En las primeras pruebas el fármaco se ha mostrado seguro y muchos especialistas han asegurado que estas vacunas son de las más seguras.
   Este es el comienzo de un camino que empezó hace unos 20 años que empezaron a recorrer en el Instituto Pasteur de París.  La vacuna actual de la tuberculosis es el bacilo Calmette-Guérin (BCG), desarrollada en 1920 y basado en un bacilo bovino. Es activa contra modalidades peligrosas de la enfermedad, como la meningitis tuberculosa, pero no ante la forma más común, la respiratoria, con tasas de protección muy variables (entre el 0 y el 80%)

   Todos los desarrollos posteriores del fármaco se han centrado en mejorarlo añadiendo adyuvantes para potenciar este mismo bacilo. Sin embargo, esta vez acudieron a una cepa humana obtenida de un enfermo de un brote de tuberculosis resistente que se produjo en España en 1993. Es una cepa modificada, a la que se le han introducido dos modificaciones genéticas para atenuar su virulencia mientras mantiene la capacidad de activar el sistema inmune para proteger respecto a la modalidad la respiratoria. Esta nueva cepa, denominada MTVAC, se administraría a los recién nacidos.
   Por ello, la siguiente etapa del ensayo clínico consiste en repetir la administración de la vacuna en sus tres modalidades en 36 bebés para comprobar si es igual de segura en la población a la que se dirige el medicamento. Más adelante, en el caso de que todo fuera bien, llegaría el momento    de ajustar la dosis, ver de nuevo la seguridad que ofrece, la capacidad de protección que confiere y probar la eficacia en la eficacia del medicamento. Para ello, habrá que esperar unos siete meses, momento determinante para acelerar el proceso o no.
    Si los resultados volvieran a ser positivos, tras medir la eficacia en un grupo de 3.000 niños en una zona donde la enfermedad fuera endémica —los impulsores del fármaco se plantean hacerlo en Sudáfrica—, el paso siguiente sería comprobar la capacidad inmunogénica a mayor escala. Es entonces cuando se disparan los costes del desarrollo del producto.

   Un tercio de la población mundial está infectada de tuberculosis, aunque la mayoría no desarrolla la enfermedad. Más de dos millones de personas mueren al año por el Mycobacterum tuberculosis, según los datos de la Organización Mundial de la Salud.

Por Andrea Vega Refojos.

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