"Tiene la misma piel, la piel de un bebé. Nunca ha
cambiado" -dice su madre.
Jamás ha crecido, ni crecerá. No puede comer sola; necesita pañales y
una cuna. Igual que cuando nació. Y algo más.
Gabby Williams de Billings, Montana, tiene 8 años de edad, pero pesa solo 12 libras,
menos de seis kilogramos. No ha crecido en toda su vida, no ha envejecido. Su
condición asombra a los científicos. Para algunos de ellos, Gabby puede
contener en su cuerpo el secreto para detener el envejecimiento, para
interrumpir el deterioro del cuerpo que viene con la vejez, y quizás para
detener la vejez misma.
No supieron siquiera, los expertos, que era posible no envejecer – ni
crecer – hasta que, dos años atrás, los padres de Gabby se dirigieron a la
comunidad científica preguntando qué le pasaba a su hija. Y no pudieron
comprenderlo hasta que, paulatinamente, comenzaron a llegar informes de otros
casos similares: un hombre de 29 años que asemeja físicamente 10. Una brasileña
tendrá dos, a lo sumo tres años, y todo parece bien, aunque sus facciones son
un tanto extrañas. Pero no es un bebé; es una mujer de 41 años.
Hace más de un año, se publicó la historia de Brooke Greenberg, nacida
en 1993.
"En la actualidad Brooke tiene 19 años, pero tiene dientes de
leche, siete kilos de peso y 75 cm de estatura: es una mujer atrapada en el
cuerpo de un bebé. Parece tener un año y medio o dos de nacida, no articula ni
una sola palabra, no camina, no come por sí misma".
En aquel entonces, su médico pediatra el Dr.
Lawrence Pauka, contó que "cuando los demás médicos la ven piensan
enseguida que se trata de una discapacitada de dos años".
¿Cómo es posible?
“En algunas personas, algo
les pasa y su proceso de desarrollo se retrasa”, trata de explicar Richard
Walker, un investigador médico experto en el proceso de envejecimiento. “En
ellos, la tasa de cambios corporables es casi inexistente”.
Esa tasa de crecimiento de
esta gente es al menos cinco veces más lenta que la de otros. Sufren de
sordera. No pueden caminar ni hablar.
Gabby necesitará siempre la
ayuda constante de su madre, que trabaja en la oficina de un dermatólogo, y su
padre, un agente carcelario del estado de Montana.
La historia de Gabby llegó
por primera vez a los medios hace alrededor de un año. Desde entonces han
surgido ante la luz pública nuevos casos.
Para Walker, la clave del
misterio científico de estos individuos radica en su código genético, que ni él
ni los otros científicos han logrado descifrar. Un código quizás emparentado
con el de los procesos que generan la demencia y el Alzheimer. Aunque el cuerpo de estos individuos jamás
envejece, la persona confrontará la muerte natural de la misma manera que todo
el resto. Tampoco puede prevenir accidentes, ni las enfermedades de la
vida.
Las investigaciones del Dr.
Walker aclararon a los Williams que no deben temer que sus otros cinco hijos, cuyas
edades fluctúan entre el año y los 10 años de edad, tengan a su vez
descendencia con el mismo problema. “Es un gen mutante que sucedió de manera
anormal”, dijo la madre, aclarando que no se transmite.
La familia Williams coopera en la investigación porque cree que con
ello puede ayudar a la gente a confrontar en el futuro los problemas del
envejecimiento, como el Alzheimer.
Por Andrea Vega Refojos.
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