“Cómo
médicos tenemos la responsabilidad de dar al paciente el mejor cuidado del
cáncer posible. Esto significa que debemos ser responsables y eliminar de estas
opciones pruebas que superan en riesgo a los beneficios, y asegurarnos que la
elección que hemos tomado es la que refleja la mejor evidencia”, explican en un comunicado.
La
primera de las normas establecidas por la ASCO es “no recetar un medicamento contra las
náuseas y los vómitos a los enfermos que se están sometiendo a una
quimioterapia y que no tiene estos efectos secundarios”. En segundo lugar, la
asociación recomienda no usar tratamientos combinados a no ser que el “enfermo
necesite un alivio urgente de sus síntomas”.
Usar más
de un tipo de quimioterapia, pone como ejemplo la ASCO , para tratar un cáncer
de mama con metástasis -que afecta a más órganos- ha demostrado no tener
ninguna relación con la supervivencia del paciente. “Por el contrario, puede
tener un efecto muy negativo en la calidad de vida del mismo”. “Recomendamos
usar las diferentes quimioterapias de forma secuencial, una tras otra. Salvo en
los casos en los que el paciente padece un gran dolor o su enfermedad pone en
riesgo su supervivencia; solo entonces, la combinación de tratamientos está
justificada”.
Como
tercer punto, la ASCO
recomienda no utilizar pruebas de tecnología avanzada -como los escáneres,
entre otras- para vigilar una posible recidiva en los pacientes que han sido
tratados con anterioridad o en aquellos que no presentan ningún síntoma de
cáncer. “El uso de estas tecnologías no ha demostrado mejorar ni la
supervivencia ni el desarrollo de la enfermedad, y puede ocasionar falsos
positivos o exponer al paciente a una radiación innecesaria”, señalan los
expertos.
El cuarto
punto hace referencia al PSA (análisis del antígeno prostático específico),
prueba para detectar el cáncer de próstata y muy polémico en el país debido a la
gran cantidad de falsos negativos que arroja, ya que muchos expertos
la desaprueban. “Creemos que no se debería someter a esta prueba a un paciente
que tenga 10 años de esperanza de vida o menos”, explican. Por último, la ASCO explica que no “hay que
usar terapias dirigidas contra un defecto genético específico, a menos que las
células tumorales de un paciente contengan un biomarcador que pueda responder
positivamente a la terapia”.
Estos
tratamientos pueden tener un gran valor, pero sólo cuando se usan para tratar
cánceres que son causados por una mutación específica. El uso de estos
medicamentos en pacientes sin estos biomarcadores no sólo aumenta el coste de
la atención, sino que puede causar efectos secundarios negativos.
El
tratamiento del cáncer de EE UU, a pesar de ser un pequeño porcentaje del
presupuesto total dirigido a la salud en el país, se estima que crecerá en los
próximos años, pasando de 125.000 millones de dólares en 2011 a 158.000 millones de
dólares en 2020. “Nuestra creencia es que los médicos y los pacientes deben
participar en una programa que sea sostenible entre los beneficios y las
evidencias haciendo del tratamiento el más eficaz posible”, concluyen los
autores del informe.
Por Alba Fernández Docampo.
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