Tras una década de
intenso debate sobre la necesidad de establecer un mayor control de las
prescripciones de analgésicos adictivos que contienen hidrocodona -opioide
derivado de la codeína, que se utiliza como analgésico de vía oral- en Estados
Unidos, esta semana la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA, por sus
siglas en inglés) se ha comprometido a endurecer las leyes, de “forma que haya
un mayor control y se erradique la epidemia de abuso que existe en el país”,explicó la Agencia en un comunicado. Este organismo, hasta este momento, siempre
había defendido que “la regulación estricta de estos fármacos podría provocar
más daño que beneficio”.
La
decisión tomada pone estos medicamentos al mismo nivel de otros narcóticos,
como la morfina. La principal modificación es su nueva categorización: pasarán
del nivel III a nivel II, en una escala gubernamental que mide el uso y el
potencial de abuso y adicción de un fármaco legal. Los medicamentos afectados
van desde la oxicodona hasta los dirigidos al tratamiento del Trastorno por
Déficit de Hiperactividad, entre otros.
Los
analgésicos con hidrocodona recetados son la origen de dos tercios de total de
fallecimientos por sobredosis en EE UU. Este organismo añade que desde 1999 las
muertes por esta causa se han cuadriplicado. Durante mucho tiempo la
hidrocodona ha sido fácil de recetar, en gran parte “porque se vende en
píldoras en combinación con sustancias no adictivas, como la aspirina”.
Las
prescripciones de esos fármacos representan el 70% del total de todos los
opiáceos recetados y “han sido las leyes permisivas las que han favorecido su
abuso”, explican los expertos en el comunicado.
“Estas
normas son necesarias debido al impacto que está teniendo el abuso de estos
fármacos en la salud pública, un impacto que ha llegado a un punto crítico.
Estos cambios pueden conseguir que nuestra sociedad modifique su comportamiento,
ya que es cierto que recetamos estas pastillas para paliar el dolor, pero no
podemos ignorar la epidemia que existe en EE UU al respecto”, explicó una experta de la
FDA, al The New York
Times.
Entre
las nuevas normas los primeros afectados serán los pacientes. Está el control
del periodo de reabastecimiento de medicamentos con el que cada paciente cuenta
antes de volver a su médico y solicitar más. En la actualidad, una persona
puede usar la misma receta de un fármaco hasta cinco veces en seis meses antes
de pedir una nueva. El paciente tan solo las toma un promedio de unos 14 días
lo que, para los expertos, significa una sobreprescripción innecesaria.
Las
nuevas modificaciones tendrán un gran impacto en cómo y quién receta este tipo
de medicamentos y cómo los dispensan las farmacias. Para ello se incluirán
nuevos requisitos para que los distribuidores solo puedan dar los medicamentos
a los pacientes si estos entregan la receta en mano y no que sea suficiente con
una llamada del doctor que las prescribe. En algunos Estados, las enfermeras y
las auxiliares de clínica tienen permiso para recetar, es posible que tras
estas modificaciones no puedan hacerlo más.
Por Andrea Vega Refojos.
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